Catábasis

Cómplice del ocaso. Naturalmente, 

los atardeceres se adhieren a mi esplendor cálido. 

Se acerca aterradora la noche, 

y la luna marchita la flor con su hilo argento. 

No, no soy yo, es la indiferente sombra de la muerte que vigila como un ángel homicida. 

No, no estoy sola, 

de este lado, son tantas las voces. 

Y vos, 

del otro lado, haciendo tanto ruido que me aturdo. 

 Tal es el tiempo que llevo aquí sentada, 

que ya no recuerdo las dimensiones de este pasaje. 

Tal es el tiempo y la oscuridad del infierno en el que he descendido. 

Siento que me endurezco. Descubro que me inmortalizo. 

El ayer y el futuro convergen en el presente, 

Y se absorben a estos muros llenos de voces. 

Ahora yo estoy del otro lado haciendo ruido, 

Y me ilumino con Orfeo, Ulises, Eneas y Dante.