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Sobre la Depresión.-


La gente suele tener un concepto errado sobre la depresión. Generalmente lo asocian a pequeños lapsos de tristeza o desgano que puede experimentar una persona, causado, por ejemplo, por las frustraciones que generan algunas situaciones de la vida cotidiana, y hasta muchas veces, suelen ajustar el término a cuando se padece un estado de duelo. Es verdad, se puede estar deprimido, con angustia y congoja por una muerte cercana, pero a ese estado se lo denomina “duelo” y no depresión.  Es  decir que,  la persona llegaría a sufrir de depresión si el duelo se volviera algo crónico, que se extendiese por meses, años, y que NO le permitiese desenvolverse en su vida, de lo contrario es simplemente un duelo.

La definición más acertada según mi punto de vista es la de la Organización Mundial de la Salud (OMS): “La depresión es un trastorno mental frecuente, que se caracteriza por la presencia de tristeza, pérdida de interés o placer, sentimientos de culpa o falta de autoestima, trastornos del sueño o del apetito, sensación de cansancio y falta de concentración.
La depresión puede llegar a hacerse crónica o recurrente, y dificultar sensiblemente el desempeño en el trabajo o la escuela y la capacidad para afrontar la vida diaria. “ Concepto al que yo le agregaría que también una persona puede sentirse triste sin que exista un motivo concreto. Por lo tanto, una persona sufriría de depresión cuando se extiende excesivamente el tiempo desde que el detonador del estado negativo apareció, o cuando se siente triste sin motivo aparente y no puede desarrollar una vida diaria normal.

Es importante destacar que la depresión es una distorsión de la realidad, que no siempre acompaña otros trastornos mentales o enfermedades. Una persona puede tener esquizofrenia y tener o no depresión, puede sufrir diabetes y además padecer depresión o no. Puede existir trastornos del sueño y tener o no depresión. La depresión es ajena a cualquier trastorno mental, o enfermedad crónica, por más que estas puedan llegar a ser un detonante de la misma. En el caso de las estructuras de personalidad podrían acompañar o no la depresión.
En el caso de mi experiencia, yo no era consciente de que padecía la misma, porque mi estructura de personalidad de denomina “depresiva” es decir, que no suelo actuar como la gente de mi edad, no salgo, prefiero estar en casa sola o con un libro-música-video juego. Mis gustos y preferencias personales hacían que la enfermedad quede considerablemente oculta.  

Siendo una de las principales causas de discapacidad en el mundo (350 millones de personas según la OMS), la depresión, surge a partir de varios factores: psicosociales, genéticos y bilógicos. Desde una falla en la interacción entre la dopamina y la serotonina en el cerebro. Un mal funcionamiento hormonal, como es el caso de las glándulas tiroides.  La carencia o exceso de minerales como el cobre, zinc, litio, cobalto, magnesio, hierro y vitaminas tales como la C, B1, B6, B12, niacina y ácido fólico. El abuso de sustancias tóxicas. Hasta acontecimientos de la vida estresantes.

IDENTIFICADORES

He coincidido con varias personas que padecen de depresión, que frente a un terapeuta, no hallan la forma adecuada de describir la sensación de abatimiento y desinterés. Frases como: “Es como tener cáncer en el alma”, “Me siento oscuro por dentro”, “No puedo descansar”, “Tengo todo en la vida, pero no soy feliz”, “Es como que te estás ahogando, pero sin embargo ves a todos a tu alrededor respirando”, “No me interesa/importa”, “Siento que el alma va a abandonar mi cuerpo”, y demás frases que he recolectado o que se me han cruzado por la mente en algún momento, son indicios de un estado depresivo.
El insomnio o la hipersomnia. Aumento o disminución de peso. Estado anímico disfórico, triste o irritable. Astenia. Baja autoestima. Sentimientos de culpabilidad e inutilidad, desánimo y desesperanza. Ideas suicidas o de muerte y disminución de la capacidad intelectual y de concentración.

¿Cómo ayudamos a una persona que sufre de depresión?

Primero que nada, si usted sospecha que algún familiar padece de depresión, intente ser amable, promover el dialogo y animarlo a que vea a un especialista. Acompáñelo. No hostigue, ni genere más sentimientos negativos, como culpa, ira, rencor, etc. Hágale ver que está ahí para ayudarlo y que no está solo en el mundo. Muchas veces el desinterés, y el abatimiento, hacen que la persona pierda la esperanza de mejorar, o no reconozca que está mal. Tenga paciencia, la depresión es una enfermedad como cualquier otra y tiene sus etapas.

Una vez diagnosticada la persona con depresión, son varios los tratamientos que puede realizar para mejorar. Hable siempre con el médico psiquiatra. A veces cuesta encontrar el tratamiento adecuado. Intente incentivar a la persona con ejemplos, sea claro, no obligue a realizar tareas que la persona no quiere hacer, cuando el tratamiento avance, la persona de a poco va a ir realizando las cosas de la vida cotidiana, y ese es el momento donde tiene que acompañar. Y trate de evitar situaciones o lugares hostiles, hasta que la persona se sienta lo suficientemente fuerte como para sobrellevarlos. De el ejemplo llevando una vida sana.

Y por sobre todo, siempre infórmese.

Ser amigo o acompañar a una persona con depresión es una de las cosas más nobles que el ser humano puede hacer.

Saerwen Imadariel