A veces, me gustaría poder construir el mundo a través de sus visiones, de sus ideales y valores. Invocar con mi propia voz, esa que sale de lo más profundo de mi ser, y acomodar sutilmente cada palabra, para ir trazando cual encantador, un mundo impregnado de sus esencias, de lo que las hace más humanas y sanas mortales.
Invocar una realidad forjada por mujeres pensantes, aquellas que enfrentan la vida y sobreviven a las masas sin contaminarse. Quienes encuentran en el amor fortaleza y a la vez, frágil ternura. Quienes defienden a espada y escudo a los débiles, y saben ofrecer cálido refugio a los caídos.
Tengo la urgente necesidad de respirarles vida por dentro e inflamar su espíritu combativo en cada batalla. De romper las barreras del espacio y el tiempo para acudir a secar las lagrimas de sus tristezas infantiles. Desatar los hilos opresivos que asoman de los espejos sociales. Devolver cada aguja, cada puñal, cada mentira a su dueño. Y con una sonrisa poder sanarles las heridas infectadas del tiempo.
Quiero ser por siempre la viajera que acompañe sus caminos; amiga que sople el polvo de los esquemas y abra las ventanas para que entre la luz de la nueva mañana; la hermana que alivie con una opinión; la bruja que pronostique las lluvias que humedecen las tierras; un libro repleto de aventuras; y en las noches, el silencio que vela por el sueño reparador.
Inspirado en Jime y Vicky y dedicado a ellas dos.
Gracias por haber hecho sanar gran parte de mi mundo.
Saerwen
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